LA RED FASCIAL
El sistema fascial es la tercera red de comunicación integral del organismo tras la red líquida y la red neural; la sorpresa es la poca importancia que se le ha dado y lo poco que se ha estudiado en conjunto hasta hace poco.
Si lográramos hacer invisibles todos los tejidos del cuerpo humano excepto el componente fibrilar del tejido conjuntivo –principalmente colágeno, pero con cierta cantidad adicional de elastina y reticulina-, podríamos ver la totalidad del cuerpo, por dentro y por fuera, de una forma similar a como lo veríamos con la red neural y vascular.
Con las dos capas faciales superficiales más importantes, la epidermis y el panículo adiposo tendríamos el equivalente animal de la “corteza” de un cítrico bajo una finísima piel. Esto ha contribuido a mantener la actitud general de considerar la red fascial como un armazón “muerto” que rodea las células y que debe apartarse y deshecharse en el acceso a la “materia interesante”. No obstante, nuestros esfuerzos actuales se dirigen a invertir esta tendencia para crear una imagen de la red fascial con todos los demás elementos “eliminados”, incluyendo las fibras musculares.
Varios terapeutas como Tom Myers y Andrzej Pilat utilizan el símil de una naranja que nos sirve como metáfora para lo que tratamos de imaginar. Imagina que por arte de magia pudiéramos extraer todo el zumo sin alterar su estructura interna. Conservaríamos intacta la forma de la naranja con la corteza (las capas de dermis y de tejido conjuntivo laxo) y podríamos ver las paredes de sostén de los distintos gajos (cuya disección nos mostraría membranas de doble pared, cada una de ellas perteneciente a un gajo, exactamente igual que en nuestros tabiques intermusculares). Además veríamos las minúsculas partículas que separaban las células individuales de zumo dentro de cada gajo. La red fascial desempeña en nosotros la misma función, con la diferencia de estar constituida por colágeno flexible en lugar de celulosa, más rígida. Los sacos faciales organizan nuestro “zumo” en grupos diferenciados, permitiendo que resista la atracción de la gravedad hacia el suelo. Esta función de dirigir y organizar los fluidos en el interior del organismo es fundamental para entender cómo puede modificar la terapia manual o cinética la salud de esta matriz.
Cuando haces rodar una naranja bajo tu mano antes de exprimirla, estás rompiendo estas paredes y facilitando la extracción de zumo. La manipulación de la fascia tiene básicamente el mismo efecto en un individuo, aumentando la libertad de nuestros “jugos” para fluir hacia regiones de nuestra anatomía que de otra forma estarían más “secas”.
El sitema fascial se puede clasificar en tres partes, teniendo en cuenta siempre la relación única entre ellas:
-Miofascia
-Neurofascia
-Viscerofascia
Miofascia
Cada músculo está cubierto por una vaina de tejido
conjuntivo que rodea cada célula muscular y grupo de células. Aunque esta red se dispone en múltiples
pliegues, hay que recalcar que ninguna parte de ella es distinta ni
independiente de la red en su conjunto. Todas estas vainas, cuerdas, hojas
y redes correosas están unidas entre sí, de los pies a la cabeza. El centro de
esta red sería nuestro centro de gravedad mecánico, que se localiza en el medio
de la parte baja del abdomen del cuerpo en bipedestación.
Neurofascia
La duramadre, la aracnoides y la piamadre son vainas de tejido conjuntivo que rodean y protegen el cerebro, a su vez rodeadas y bañadas por líquido cefalorraquídeo (LCR). Estas membranas se desarrollan a partir de la cresta neural, una zona especial en la unión del mesodermo y el ectodermo en el embrión en desarrollo. Estas interactúan con el sistema nervioso central y el LCR para producir una serie de pulsos palpables en la cavidad dorsal y, por extensión, en el conjunto de la red fascial. Los osteópatas craneales y otros profesionales que los emplean de forma terapéutica conocen bien estos pulsos, aunque aún no se comprende bien su mecanismo.
Además de los miles de millones de neuronas que conforman el cerebro y la médula espinal, existen dentro de la cavidad dorsal, otras células de tejido conjuntivo: las células de soporte que rodean todo el sistema nervioso y que reciben el nombre de red perineural. Durante el desarrollo, las células de sostén guían a las neuronas hasta su destino final, les proporcionan nutrientes, crean barreras protectoras, secretan sustancias químicas neuroprotectoras y literalmente proporcionan el pegamento y el esqueleto que mantendrá unido el sistema nervioso. Estudios recientes han destacado la participación de la neuroglía en la función cerebral, especialmente en el área de los sentimientos emocionales.
Si pudiéramos extraer del cuerpo el sistema perineural intacto, este mostraría el contorno exacto del sistema nervioso, ya que todos los nervios, tanto centrales como periféricos, están cubiertos o rodeados por este sistema. Estas vainas aceleran la transmisión de la señal nerviosa (las fibras mielinizadas transmiten más rápido que las fibras no mielinizadas). Muchas de las denominadas enfermedades “neurológicas”, como la enfermedad de Parkinson, la polio, la neuropatía diabética o la esclerosis múltiple, son en realidad problemas de la neuroglía que interrumpen el adecuado funcionamiento de los propios nervios.
Viscerofascia
En la cavidad ventral, la red fibrosa organiza los tejidos orgánicos, proporcionando parte del sostén trófico y morfogénico. Los sacos que envuelven el corazón, los pulmones y los órganos abdominales se desarrollan a partir del revestimiento del celoma durante el desarrollo embrionario. El resultado es una serie de “púdines” de órgano de distinta consistencia incluidos en sacos de tela, atados con mayor o menor firmeza a la columna vertebral y entre ellas. Estos se desplazarán, dentro de ciertos límites, a consecuencia de las continuas ondas del diafragma muscular situado en el medio y, en un menor grado, por otros movimientos corporales, así como por fuerzas exógenas, como la gravedad.
El fisioterapeuta y osteópata francés Jean-Pierre Barral ha hecho una interesante observación, al afirmar que las superficies de contacto de estas membranas serosas podrían considerarse “articulaciones” interviscerales, dado que se desplazan unas sobre otras. Este autor ha elaborado un estudio del recorrido normal de los órganos dentro de sus revestimientos faciales durante la respiración, así como de su motilidad inherente (un movimiento similar al pulso craneosacro). Según Barral, los ligamentos que fijan estos órganos a las estructuras circundantes determinan sus ejes normales de movimiento. Cualquier otra adherencia menor que restrinja o desvíe estos movimientos (que al fin y al cabo se repiten más de 20000 veces al día) puede, con el paso del tiempo, terminar afectando negativamente no sólo a la función del órgano, sino también a la superestructura miofascial circundante.
A partir de cada una de estas secciones de la red fascial se ha desarrollado un enfoque terapéutico. Los expertos en manipulación, tanto visceral como craneal, postulan que los efectos de una torsión o una restricción en sus respectivos sistemas se reflejan en la estructura musculoesquelética. Tales efectos se producirían en ambas direcciones.
Esto sugiere que para que el terapeuta tenga un conocimiento completo del “cuerpo fibroso” con un enfoque global, debe adquirir destreza en cuatro áreas, que estando íntimamente relacionadas, aún así son distinguibles:
1.- Las meninges y el perineuro que rodean a los tejidos predominantemente ectodérmicos de la cavidad dorsal y que actualmente abordan los métodos de la osteopatía craneal, terapia craneosacra, los métodos terapéuticos para la tensión neural adversa y la técnica sacrooccipital.
2.- Los sacos peritoneales y sus inserciones ligamentosas, que rodean a los tejidos predominantemente endodérmicos de la cavidad ventral, se contempla en las técnicas de manipulación visceral.
3.- El “saco externo” de miofascia, que cede a las múltiples formas de manipulación de las partes blandas, como la técnica de liberación por posicionamiento, puntos gatillo, terapia miofascial, manipulación fascial…
4.- El “saco interno” de los periostios, las cápsulas articulares, los engrosamientos ligamentosos, los cartílagos y los huesos, que conforman el aparato locomotor, sensible a la movilización articular y a las técnicas con thrusts (movimientos de alta velocidad y corta amplitud) habituales en osteopatía y quiropraxia, y técnicas articulares como las que han desarrollado autores como Maitland, Kaltenborn, Mulligan…
Un quinto conjunto de destrezas que abarca todas estas áreas consiste en poner todas ellas en movimiento, lo que supone la aplicación de las múltiples destrezas contempladas por la psiquiatría, fisioterapia, Pilates, yoga, técnica Alexander y una gran cantidad de programas de entrenamiento postural y personal.
Todo esto nos ha llevado a crear este proyecto de Fascialcore, con el objetivo de abarcar estas cinco “destrezas” anteriormente mencionadas y dar a conocer un enfoque lo más completo posible para navegar con soltura por todo el cuerpo fibroso y conferirle un movimiento equilibrado a través de la estabilidad del core que es el “centro de energía” del cuerpo que regula o canaliza la distribución de fuerzas procedentes o dirigidas a las distintas “cinturas”.